La falta de supervisión eleva el riesgo de fallas en los ascensores

Que te quedes atrapado en un ascensor porque hubo un cambio en el sistema energético que lo alimenta no parece un motivo mayor de alarma, pues se supone que el aparato seguirá funcionando en pocos minutos gracias a la fuente alterna de energía.

Sin embargo, los «sustos» de personas que quedan atrapadas en ascensores son más frecuentes de lo que se pueda pensar y por más tiempo del deseable.

Solo en el Distrito Nacional, unas tres personas en promedio son rescatadas cada mes porque quedaron encerradas en un ascensor que dejó de funcionar.

Ese promedio se extrae de 35 casos en los que el Cuerpo de Bomberos tuvo que intervenir en el 2023, para sacar a alguien encerrado en el ascensor de un edificio cuyos propietarios no tenían la llave para abrirlo manualmente o no pagaron el servicio técnico correspondiente para esos casos. Hasta mayo de este 2024, las emergencias de este tipo sumaban 12 casos.

Los incidentes pueden ser fatales. Un caso que estremeció a la sociedad dominicana fue el de una niña de 13 años que falleció en el 2009 al quedar atrapada en el ascensor del hospital Darío Contreras. Un año antes, varios militares resultaron heridos con la caída, desde un séptimo piso, de un ascensor del Malecón Center.

En el 2016, un banco informó el desplome  de un ascensor con once personas en uno de sus edificios.

Poca o nula supervisión

Que falle un ascensor, considerado como uno de los medios de transporte más seguros, está relacionado, según especialistas del área, con un mal mantenimiento, un campo en el que en la República Dominicana se desconocen las normas y los responsables de hacer cumplirlas.

Entre constructores consultados prevalece la idea de que la supervisión oficial se limita, cuando se da, al proceso inicial de instalación, pero que el mantenimiento queda a la voluntad de los dueños de las obras, si son privadas, mientras en las públicas, es prácticamente nulo. Esa falta de supervisión ocurre en un mercado de venta e instalación de ascensores que mueve millones de dólares al año.

En el país, la supervisión de la instalación de ascensores está regida por el Reglamento 031, dictado por el Decreto 84-11, y modificado por el 361-15, que establece el Reglamento para el Diseño de Medios de Circulación Vertical en Edificaciones.

Dicha legislación indica que las edificaciones deberán ser provistas de ascensores que permitan comunicar los diferentes niveles, de acuerdo a la siguiente escala:

  • En los edificios residenciales, cuando tengan cinco o más pisos, y a partir del sexto nivel cuando tengan un área de construcción menor de 120 m2 por apartamento y no más de cuatro apartamentos por piso.
  • En los hoteles, centros de salud, centros comerciales, oficinas de servicios, bibliotecas, museos y de usos similares se parte del segundo piso.
  • En los hostales, dormitorios y plazas comerciales abiertas, desde el tercer nivel.

Dicho reglamento señala que todos medios de circulación vertical deben ser inspeccionados de acuerdo a lo establecido en los planos y en las especificaciones de la obra en tres etapas distintas: durante la inspección de replanteo, chequeo de pendiente, ancho bruto y libre; con la verificación  de los elementos estructurales y extracción de probetas de hormigón, y en la colocación de barandillas, pasamanos e inspección final de terminación arquitectónica.

Según la Ley 687-82, que crea el Sistema de Reglamentos de la Ingeniería, Arquitectura y Ramas Afines, la Dirección General de Reglamentos y Sistemas es la encargada de la elaboración, coordinación y control de la aplicación de los reglamentos técnicos.

Dicha dirección, antes dependencia del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, pasó al Ministerio de la Vivienda, Hábitat y Edificaciones (Mived), que deja la supervisión de las obras en manos de su Departamento de Inspección de Obras por Etapas.

Ese departamento ha supervisado 1,011 edificaciones desde agosto de 2022, según las cifras oficiales. En desglose, son 391 inspecciones de agosto a diciembre de 2022; 348 en 2023 y 272 de enero a mayo de este 2024.

El número luce ínfimo dada la cantidad de edificaciones que se levantan en el país. Tomando el Distrito Nacional como parámetro -pues es la ciudad más vertical-, cada año se aprueban entre 1,400 a 1,500 certificaciones de no objeción para proyectos de edificios, según informaciones suministradas por el ayuntamiento.

De acuerdo con el Mived, las inspecciones de edificaciones privadas se realizan en todas las etapas del proceso constructivo, tal como señala el reglamento. Sin embargo, el mantenimiento posterior a la puesta en funcionamiento queda a voluntad del propietario.

Incluso los bomberos, que deben hacer inspecciones regulares de edificaciones para velar por el cumplimiento de las normas de control de incendio, dicen que la funcionalidad o no de los ascensores queda fuera de su ámbito de trabajo.

En otros países, es obligatoria la inspección de los ascensores públicos y privados cada determinado tiempo. Incluso, en algunos se requiere un cartel en el habitáculo que señale la fecha del último mantenimiento y el nombre del ejecutor. Son habituales también la información con un número telefónico y aparatos que posibilitan la comunicación directa con las empresas de mantenimiento que operan las 24 horas en casos de emergencia.

Nunca le supervisaron

«Aquí hay una muy mala supervisión, no se inspecciona el ascensor, pese a que son el principal peligro en un proceso de construcción», dice Teodoro Tejada, constructor y pasado presidente del Colegio de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (Codia). Con él coincide el también expresidente del Codia, Francisco Marte.

Tejada afirma que, desde el Estado, la supervisión de las obras privadas se limita, casi siempre, a revisar que el constructor haya pagado los arbitrios y luego «ya no pasan por ahí». Recuerda que la última vez que levantó una torre e instaló un ascensor fue hace dos años y nunca fue un supervisor.

Dice que los cuidados en el proyecto los ponen los propios constructores, para garantizar su negocio frente a los clientes.

Marte, quien en 2019 fue parte de una comisión que revisó el Reglamento para el Diseño de Medios de Circulación Vertical en Edificaciones, señala que la normativa es obviada en la práctica cuando se trata de la construcción de edificios de apartamentos para familias de bajo nivel adquisitivo que, por su dimensión, deben tener un ascensor.

«Pero, además, hay edificaciones que, pudiendo hacerlo (instalarle el ascensor), no lo hacen», sostiene. También señala la falta de mantenimiento que se da a las edificaciones públicas, pues desde el gobierno lo ven como un gasto.

«Lo que tiene que ver con recursos para proteger la vida útil de un equipo no es un gasto, es una inversión. A veces te ponen los recursos en el presupuesto y lo usan para otra cosa», dice el ingeniero electricista quien, afirma que la mayoría de los aparatos eléctricos o transformadores que reparan nunca recibieron mantenimiento con anterioridad.

Su aseveración encuentra mayor sustento en una publicación reciente que hizo la abogada Laura Acosta a través de la red social X. Allí posteó la foto de un ascensor averiado acompañada del mensaje: «La última vez que vi funcionando bien este ascensor, creo que era paralegal…ya tengo más de 20 (años) de abogada…».

Era uno de los ascensores del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, en la capital, donde, según contó después, el segundo de los dos ascensores carece del botón que se debe presionar para el servicio. Los usuarios tienen que golpear la puerta para que el ascensorista escuche y baje al piso. Ascensores que requieren operadores son una especie en extinción en todo el mundo.  Como se observa en el video de más arriba, la situación afecta los ascensores de varias entidades públicas.

Se quedan en la instalación

El constructor Sergio Hernández, quien trabaja en la instalación de un ascensor en una torre en construcción, plantea que, si bien la supervisión estatal se hace, se limita a la parte inicial del proceso.

«El Estado sólo supervisa el sistema de cableado y el eléctrico, pero ya los ascensores en sí, no. Eso ya es un contrato entre el suplidor y el comprador», dice.

La poca rigurosidad se da en un mercado que crece cada año y que mueve cientos de millones de dólares. Solo en los últimos cinco años se han importado 35,836 ascensores y montacargas por valor de unos 150.5 millones de dólares (unos 8,882.7 millones de pesos), según datos de la Dirección General de Aduanas.

La mayoría de esos aparatos provienen de China, que domina el mercado nacional con 28,082 unidades, seguida por los Estados Unidos con 3,761 y Japón, con 1,190 unidades.

En el mercado nacional, se venden ascensores de diversas marcas y funcionalidad, y los precios varían por capacidad y la altura de la edificación.

Hernández cuenta que el último que compró, aún en instalación, costó 36,000 dólares, pero el mismo aparato puede costar hasta 45,000 dólares, según la marca. En edificaciones más altas que la suya, se sumarían otros 5,000 dólares por cada nivel adicional.

La demanda

La demanda de elevadores no se limita solo a los multipisos, sino que incluye viviendas unifamiliares, sobre todo para personas que sufren algún tipo de discapacidad.

Los hay con y sin cuarto de máquina, panorámicos, camilleros, de escaleras y de silla, siendo las marcas más demandadas del mercado la Otis, Fama y Kone.