La psoriasis es una enfermedad crónica que afecta a la piel. Se caracteriza por lesiones en forma de placas con descamación gruesa y enrojecimiento que pueden producir picor y dolor.
Los especialistas del laboratorio farmacéutico Kern Pharma explican que la psoriasis comienza en el sistema inmune, “principalmente en unas células de la sangre llamadas linfocitos T, que ayudan a proteger el cuerpo contra infecciones y enfermedades.
“Estas células se activan indebidamente y desencadenan una proliferación y dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, lo que se manifiesta en el color rojo de las lesiones. También se genera un crecimiento de las células de la epidermis, los queratinocitos”, apuntan.
“Normalmente, el proceso de recambio celular de la epidermis es de 30 días, pero en las personas con psoriasis dura unos 4, lo que ocasiona una acumulación de células en la piel, que se manifiesta en forma de placas de escamas blanquecinas y descamación exagerada”, aclaran.
Una enfermedad crónica
La psoriasis es una enfermedad crónica que suele cursar con brotes, es decir, con periodos de exacerbaciones y remisiones.
Esto significa que las lesiones y el resto de los síntomas pueden aparecer, mejorar, desaparecer y volver a surgir al cabo de un tiempo.
“Aunque lo más habitual es que las lesiones se ubiquen en los codos, las rodillas, el cuero cabelludo, la espalda y las nalgas, lo cierto es que pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo”, indican desde el laboratorio.
Estas lesiones modifican la apariencia física de la persona afectada, “lo que puede ocasionar un importante impacto en su autoestima. De hecho, esta inseguridad puede afectar de manera muy negativa a la vida sexual de la persona con psoriasis”, añaden.
Alejandro Molina Leyva, dermatólogo del Hospital Virgen de las Nieves de Granada y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) señala que “si no te sientes atractivo y te preocupa cómo reaccionará tu pareja a la psoriasis, seguramente la enfermedad afecte a tu relación, incluso antes de haber llegado al sexo.
Por ello, el experto recomienda hablar con la pareja: “Cuéntale tus miedos y preocupaciones, asegúrate de que entiende lo que es la psoriasis y qué aspecto tiene”.
La psoriasis, además de interferir en la vida sexual desde el punto de vista psicológico, también lo hace a nivel físico.
Así, las alteraciones en la piel, el dolor y, sobre todo, las lesiones en los genitales, suponen una importante barrera para el sexo.
“Los pacientes no suelen comentar en la consulta del dermatólogo si tienen afectación genital por su psoriasis o si tienen algún problema en la función sexual. Es una conversación que genera incomodidad, tanto para el paciente como para el dermatólogo y, por este motivo, no es un tema que salga con facilidad”, admite el doctor Molina.
En este sentido, el especialista asegura que es importante superar la vergüenza y comunicarle al médico la existencia de psoriasis en el área genital, pues hay tratamientos específicos.
El dermatólogo afirma que muchas personas con psoriasis genital tienen relaciones sexuales.
“Como todos los aspectos de la psoriasis, es un proceso de ensayo y error hasta encontrar trucos que faciliten las cosas. Los hombres pueden encontrarse más cómodos usando preservativo y, tanto los hombres como las mujeres se beneficiarán del uso de lubricación para prevenir la irritación”, apunta.
“Recuerda no aplicar el tratamiento activo justo antes de tener relaciones sexuales, déjalo para después”, recomienda.
La mejora con los tratamientos
En cuanto a los tratamientos, “cada vez hay más estudios, especialmente en el campo de los fármacos biológicos, que muestran que la mejora de la psoriasis va acompañada de una mejora en el funcionamiento sexual. Al mejorar la psoriasis, mejora el estado de ánimo, la estigmatización se reduce y con ello también mejora la función sexual”, señala el dermatólogo.
Los especialistas del Hospital Clínico de Barcelona explican que los fármacos biológicos están indicados para las formas graves de psoriasis.
“Según las guías de consenso europeas, son unos medicamentos de segunda elección y es necesario que los pacientes no hayan respondido al menos a dos tratamientos sistémicos clásicos (fototerapia, metotrexato, ciclosporina o acitretina), o que no se les hayan podido pautar porque tienen alguna contraindicación, hayan presentado algún efecto secundario o hayan sobrepasado la dosis acumulada aconsejada”, precisan.
Dependiendo del fármaco, los tratamientos biológicos se administran mediante una inyección subcutánea o bien por vía endovenosa, es decir, directamente por vena.
“En el caso de la administración subcutánea, el paciente suele administrarse la medicación él mismo en casa, mientras que en el caso del tratamiento endovenoso se requiere que el paciente pase unas horas en el hospital para su administración”, informan.
Por su parte, el doctor Molina Leyva recuerda que la sexualidad es un elemento fundamental de la calidad de vida de las personas.
“Sería necesario considerar la afectación de la función sexual como un elemento de gravedad añadido y que podría implicar optar por tratamientos más efectivos, como la terapia biológica”, concluye este dermatólogo.