Cuando José -Ludwig- Rubio llegó a Baréin, las autoridades deportivas con las que trabajaría, poco, o quizás nada, conocían de la ubicación geográfica de República Dominicana.
En el lado contrario, el dominicano, nativo de Santiago, tenía referencia ya de Baréin, por dos razones muy específicas: «Tenía un atleta que competía para ellos, de nombre Brandon Simpson» y además «uno de mis atletas favoritos competía por Baréin también, Rashid Ranzi».
Ese conocimiento cultural tampoco iba a crear un desenlace. Baréin lo que buscaba era resultados y Rubio estaba dispuesto a dárselos. Ya era conocido por haber elevado la carrera del velocista dominicano, Luguelin Santos (plata en Londres 2012), solo para mencionar un caso.
París y el Mundial 2019
Si se quiere ver con cierta nobleza, la República Dominicana realiza un doblete en los 400 metros planos en los Juegos Olímpicos de París 2024: Marileidy Paulino gana el oro y récord para el país, pero el entrenador de la medallista de plata, Salwa Eid Naser, es, el también dominicano, José Rubio.
Rubio, un exatleta de velocidad, dejó la Universidad Interamericana de Puerto Rico para irse a Baréin en 2017, un enlace logrado por su entonces agente, que hoy es el de Marileidy Paulino. Dos años más tarde, Naser gana el oro del Mundial de Atletismo Doha 2019 con un 48.14, el tercer mejor tiempo de la historia. Eso deja a Rubio como el primer y único entrenador dominicano, en otro país, con un oro mundial.
Y ahora, después de tres años de ausencia, ella gana la plata olímpica en París, lo que convierte a Rubio como el técnico dominicano con la mayor medalla dirigiendo a un atleta de otro país. La plata de Santos, también es la mayor de un dominicano.
Son hechos que ningún técnico local ha logrado dentro o fuera del país.
«Es un orgullo ganar la primera medalla olímpica de cualquier color, cualquier técnico y cualquier deporte, nacido, criado y formado en República Dominicana», dijo Rubio a Diario Libre desde Baréin.
«Doy las gracias a Dios. Me siento orgulloso, por iluminarme y guiarme en este proceso», señaló el entrenador, el cual consideró «bien difícil», al extremo de que pensó en el retiro «no solo con esta temporada, sino con ninguna más. Pero Dios me iluminó».
Su esposa, Marilely Sánchez, sus hijas y otras personas cercanas lo impulsaron a continuar.